Editorial

En este número de Aquichan, dedicado al desarrollo teórico de nuestra profesión, se hace imperioso mencionar la importancia que tiene, para el progreso de la enfermería, promover en los estudiantes un aprendizaje, a través del cual se aborden los temas y los problemas de manera global, para dar cabida a los conocimientos locales y parciales, pero con una visión totalizadora de los procesos, de tal manera que los objetos, los sujetos y las situaciones sean vistos y analizados dentro de sus contextos y sus complejidades.

El manejo fragmentado de una disciplina, proceso tan frecuente en nuestro tiempo, impide a menudo establecer una relación entre las partes y el todo, y el desarrollo de una visión totalizadora, en donde se estudien las influencias y dependencias mutuas que permitan explicar los procesos como resultado de un sinnúmero de factores y ubicarlos dentro de un contexto propio.

Estas premisas son perfectamente aplicables a la enseñanza de la enfermería, pero no del todo suficientes, pues para lograr el aprendizaje de un cuidado integral es necesario tener en cuenta la naturaleza del ser humano, quien es a la vez un ser biológico, psíquico, físico, social, cultural e histórico. Es esta unidad compleja la que con tanta facilidad se desintegra en la educación, a través del manejo de currículos totalmente fraccionados, que no permiten abordar la totalidad del hombre, sino, por el contrario, lo presentan y lo tratan como si funcionaran por separado sus componentes constitutivos, es decir, como un todo solamente físico o psíquico, suprimiéndole a ese conocimiento la complejidad que el hombre tiene, inherente a su condición de ser humano.

Federico Mayor, representante de la Unesco, en la presentación del libro de Edgar Morán, refiriéndose a la educación, decía que “uno de los desafíos más difíciles será modificar nuestro pensamiento, de manera que enfrente la complejidad creciente, la rapidez de los cambios y lo imprevisible, que caracteriza a nuestro mundo.

"La educación es la fuerza del futuro, porque ella constituye uno de los instrumentos más poderosos para realizar el cambio".

Para avanzar y lograr el cambio, de manera efectiva, debemos derribar barreras tradicionales y paradigmas; reformular los currículos, pero con una mirada futurista, previendo lo que acontecerá a los jóvenes y niños de hoy, en una sociedad que cambia cada día con mayor rapidez y que afrontará problemas totalmente inesperados.

La enfermería como disciplina ha logrado avanzar notoriamente en la búsqueda de esta meta. Hace algunos años no se contaba con una fundamentación científica de los cuidados, y, sin embargo, en la actualidad, con la divulgación y el desarrollo de las teorías y modelos de enfermería, se ha podido justificar las acciones y construir los propios planteamientos, con el apoyo de otras disciplinas, que de una u otra manera enriquecen la esencia de la profesión.

La selección y utilización del modelo de adaptación en el Plan de Estudios de la Carrera de Enfermería, cuya autora, Callista Roy, engalana hoy nuestra portada, no fue una casualidad ni una decisión afectiva, sino el producto de un minucioso análisis, que dio como resultado una total congruencia entre sus planteamientos y su visión holística del ser humano, con los principios promulgados por la Universidad de La Sabana y con la visión de futuro que el programa deseaba tener.

Con su implementación, la Facultad podrá garantizar una enseñanza del cuidado integral de la salud, a través de la cual el estudiante aprende que el ser humano, en cualquiera de las etapas de su vida y bajo cualquier circunstancia, debe ser tratado como un todo, como una unidad, en la cual lo físico, lo biológico, lo psíquico, lo social, lo cultural y lo histórico se unen para determinar sus comportamientos y sus reacciones particulares, y que estos ameritan una atención individualizada, en la cual se evidencie el respeto por su singularidad y por los derechos que como ser humano y trascendente tiene.

El futuro de la educación en general, pero muy especialmente el de la enfermería, cuyo sujeto de atención es el hombre, exige un mayor y continuo esfuerzo en el avance de los procesos científicos de su propio campo de acción, de tal suerte que el cuidado se pueda fundamentar con experiencias investigativas que demuestren la conveniencia o inconveniencia de ciertas y determinadas acciones y procesos.

Qué gran satisfacción se podrá tener cuando se identifique a una alumna totalmente segura de que sus acciones están sustentadas en una sólida fundamentación teórica y en procesos de experimentación que le dan validez a la práctica, y que su profesión se hace realidad cuando ella cuida y enseña a cuidarse.

¡Nuestro reto es el futuro! Propongámonos, al igual que la doctora Callista Roy, autora del modelo, avanzar en la producción de conocimientos propios de nuestra área, y para ello creemos espacios para compartir nuestras experiencias, y establezcamos procesos de comunicación que nos permitan validarlas, seguras de que esto redundará en beneficio de nuestros estudiantes, quienes serán los encargados de dar a la sociedad una nueva imagen de la profesión, y a los pacientes, un verdadero cuidado integral e individualizado.