El ser humano y sus posiblidades de construcción desde el cuidado

Alacoque Lorenzini Erdmann*

Luiz Antonio Bettinelli**

*Profesora Titular de la Universidad Federal de Santa Catarina y Doctora en Filosofía de Enfermería, PEN/UFSC (Brasil).

**Profesor Titular de la Universidad de Passo Fundo y Doctor en Enfermería, PEN/UFSC (Brasil).


RESUMEN

El artículo presenta algunas concepciones del ser humano en relación con el cuidado de enfermería. A partir de la organización de la vida se establecen relaciones, interacciones del ser humano, sus límites y posibilidades para el cuidado con la vida, con lo cotidiano y con la naturaleza.

Resalta la importancia y el compromiso en la construcción colectiva del ser ciudadano.

PALABRAS CLAVE:

Ser humano, cuidado de la vida, relaciones, civilización humana.


ABSTRACT

The article presents some concepts of human being in relation with nursing care. From life organization, relations are established, interactions of human being, its limits and possibilities for life care, with daily life and with nature.

It points out the importance and engagement in collective construction of the person.

KEY WORDS:

Human being, life care, relations, human civilization.


La preocupación por la comprensión del ser humano se evidencia en todos los campos del conocimiento en el transcurrir de la historia. Sus múltiples dimensiones posibilitan focalizar espacios, momentos, encuentros, condiciones y expresiones singulares, que permiten reafirmar su unidad, aparentemente imperfecta, ininteligible, imposible de ser comprendida por él mismo, ante el misterio de la naturaleza humana.

Así, parece que por la evolución del ser humano a través de los tiempos, se pueden referir algunas nociones, que dicen más de la estética del ser, presente en los ambientes naturales de la vida de los seres de este planeta, sintiendo, representando lo que se muestra o se caracteriza como ser humano.

Para Morin (1), el ser humano “se define como trinidad: individuo, sociedad y especie”. Es un ser “metativo, que a partir de sus aptitudes organizadoras y cognitivas crea nuevas formas de vida psíquica, espiritual y social”. Es como homo complexus, es bipolarizado entre demens y sapiens, estando sapiens en demens y demens en sapiens, uno conteniendo al otro, antagónicos y complementarios, sin fronteras nítidas. Tejen sus vidas entre lo utilitario, lo prosaico y lo lúdico, lo estético y lo poético, existiendo realmente. Viven lo paradójico de la riqueza, de la libertad, de la felicidad, de la infelicidad, soportando la realidad en la tentativa de superar las incertidumbres y eliminar las angustias.

El ser humano se define de modo bipolarizado en yin yang, siempre con la presencia de la afectividad: sapiens/demens; faber/ludens/imaginarius; economi- /cus/consumans/esthetics; prosaicus/poeticus.

También para Morin (1) (p. 156), “el sobrevivir para vivir toma un sentido cuando vivir significa vivir poéticamente. Vivir poéticamente significa vivir intensamente la vida, vivir de amor, vivir de comunión, vivir de comunidad, vivir de juego, vivir de estética, vivir de conocimiento, vivir de afectividad y de racionalidad, vivir asumiendo plenamente el destino de homo sapiens-demens, vivir insiriéndose en la finalidad trinitaria... (que dejó de imponerse por sí misma en nuestra civilización)”. Pues el ser humano es el centro de la conciencia en la y por la sociedad, puede abrazar el mundo por la comprensión... puede construir una sociedad de alta complejidad, que comporta la autonomía individual y el civismo.

En el vivir la vida, el ser humano ejercita variadas formas de relaciones o asociaciones afectivas, sociales o de trabajo, y cuidando de sí mismo y del otro o de las condiciones del vivir.

El cuidado, ejercido por medio de los procesos de relación, interactivos y asociativos, está presente en la vida humana, en su proceso vital, en las condiciones naturales y sociales desde la concepción, nacimiento, crecimiento, envejecimiento, muerte y trascendencia. En este proceso de vida humana, el proceso del ser sano, enfermo y curado, pasa por los potenciales humanos y por los riesgos relativos a que los individuos están expuestos en sus condiciones sociales y naturales de la vida.

El proceso de vivir se traduce en sistemas de cuidado con diversas posibilidades de aplicación y en múltiples y variadas funciones o finalidades, pensando en ocasiones más sustantivamente, como científico, técnico, ético, estético y político, y en otras más empíricamente, haciendo parte de la vida y de la naturaleza.

De este modo, el cuidado es necesario para el mantenimiento de las especies, como forma de enfrentamiento de las circunstancias a que están expuestas, substancial a la organización de cualquier sociedad, participando posiblemente de la constitución de la noósfera, de la vida de las ideas.

La vida, o el proceso de vivir, es un continuo proceso de cuidado mutuo y simultáneo de sí mismo, de los otros, por los otros, de las formas vivas (seres vivos) y de los seres inanimados (mundo material físico).

El ser humano transita en espacios y oportunidades de relaciones, vivenciando el cuidado en orden de su potencial y fuerza para demarcar, y utiliza de este espacio el derecho, la dependencia e interdependencia, la pertenencia y la privacidad.

Es a partir del ser humano, con él, en él y para él, que los movimientos y ondulaciones del vivir suceden y se muestran significativos como organización de la vida.

Todo ser humano busca el cuidado por la necesidad de sobrevivir y se cuidará según los valores de la vida establecidos y el amor propio, dependiendo igualmente de la voluntad de otras personas para su sobrevivencia. El cuidado parece ser la respuesta a las necesidades manifestadas o percibidas, siendo en ocasiones necesidades creadas o provocadas por diversos factores.

El acto o acción de cuidar puede ser aprendido, des-aprendido, reaprendido, a pesar de ser único y particular, único y singular. Las creencias y prácticas po-pulares y los cuidados profesionales muchas veces no se excluyen, aunque los espacios para los cuidados más complejos, técnicamente personalizados, son más reservados y se dan en ambientes propios.

La actividad de cuidar surge de la creatividad humana, de la sensibilidad frente a los cambios con el otro y de las condiciones naturales de la capacidad del hombre de crear nuevas situaciones; de ejecutar una actividad humana con su estilo o modo de ser y hacer y de interactuar, y de su propia forma de presentar o representar el resultado de su actividad. Es una actitud familiar con su propia vida, sus sentimientos y relaciones con seres de la naturaleza, que marca su originalidad porque consigue suscitar emociones y sentimientos en el ser humano, a veces agradables o confortables y en ocasiones agresivos, dolorosos, invasivos y desconfortables.

La salud pasa por los movimientos u ondulaciones del vivir en los límites de las sensaciones, confort y desconfort, en la esperanza de nuevos momentos, en la posibilidad de estar en una situación y de prepararse para otra, y de sentir energía para superar los conflictos y exigencias del medio. Lo saludable está en la posibilidad de estar vivo, de tener vitalidad y de ser feliz, animados en el vivir los altibajos en un vaivén de alegrías y tristezas, en la armonía regulada por la intersección de la vida y de la muerte.

Vivir la salud es vivir el amor, el placer, en la armonía conflictiva. Es el querer vivir, querer evolucionar pleno de deseos y voluntades, cultivando los sueños y las esperanzas de crear, enfrentando los desafíos.

El vivir las diferencias en el sistema de cuidados posibilita los procesos de relación. En esta relación se evidencia la negociación y el trueque, para llegar a la plenitud, donde el poder es conferido por los procesos de integración y diferenciación. Estos no implican necesariamente el facilitar uno o sacrificar el otro, y sí pueden multiplicar ganancias y crecimiento mutuos, explorando el mundo de la incertidumbre y posibilidades, buscando sintonía con la heterogeneidad e integrando la diversidad. Son cambios no siempre lógicos, racionales y conscientes, y sí rodeados de afectividad, emoción, empatía, intuición y otros elementos que forman la red de relaciones, en un juego de voluntades, aproximaciones y distanciamientos, promoviendo, alimentando las decisiones y el control.

Vivir la vida es conseguir intercalar lo prosaico con lo poético, los momentos de solidaridad orgánica y los momentos de solidaridad mecánica, ya que lo técnico o mecánico no puede ser dejado de lado; es vivir el bienestar de las cosas simples de nuestra cotidianidad, a pesar de exponerse a sucesos, tensiones y riesgos, los cuales son mutantes, imprevisibles y plenos de significados para la persona humana. El mundo propio de cada ser humano se llena por los cambios de energías de los diversos espacios o ambientes y por las relaciones de afecto en el estar con las personas, siendo solidario con el otro, ayudando a superar lo que se presenta como monótono y sofocante.

Las relaciones solidarias del cuidado, de la intuición, la razón y la lógica, dinamizan el arte de los procesos interactivos, por interacciones de relaciones múltiples inagotables, cuyos límites ultrapasan la finalidad objetiva que hace posible vivir la vida de manera saludable. En este orden de ideas se muestran las sensaciones vividas por las personas, su sensibilidad, la búsqueda del equilibrio como un modo de cuidar de sí mismo y del otro. De ser cuidado por los otros y de estar en este planeta sintiéndose integrante y perteneciente del mismo, en sus múltiples formas, conviviendo con y para el otro y en otros espacios.

Los actores sociales... ciudadanos de este planeta:
Son personas que tienen una historia de vida...
Son sensibles a lo que es bueno, importante, necesario, adecuado y agradable, y a lo que es monótono, sofocante o incómodo, a lo que es dado con amor, seguridad y responsabilidad.

Son seres humanos, personas que agradan y desagradan, actúan, reaccionan e interactúan, se aproximan y se distancian, se articulan, se asocian, dividen, negocian, interdependen, se ayudan, se diferencian, exploran como consumidores y son explorados, intercambian y se integran, que aprenden, desaprenden y reaprenden, sufren, lloran y reclaman, que se entregan, se reirguen, sueñan y sonríen, que estimulan, que aman y confortan, que esperan siempre recibir lo mejor, y estar libres de riesgos, que confían en la evolución humana, en las relaciones solidarias, en el respeto a lo que les pertenece, a lo que es del otro y a lo que es posible de ser compartido, en aquello que también puede ser suyo, en los múltiples límites del pertenecimiento, en los múltiples potenciales interiores, en la protección de la madre naturaleza, en la fe en las fuerzas divinas, en el querer vivir en una sociedad más justa, solidaria, sintiendo el cariño, el calor humano,...

El sueño de una vida humana planetaria en una sociedad más civilizada.

Según los estudios de Bettinelli (3), nosotros enfermeros demostramos conciencia solidaria en las relaciones de cuidado, haciendo emerger el sentido de la vida. Por lo tanto, somos constructores de PAZ, cuidamos de la vida, cuidamos del ser humano... y reconocemos la importancia de la sensibilidad humana, indispensable para la construcción de una sociedad humanitaria.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

1. Morin, Edgar. El método 5: la humanidad de la humanidad (trad. de Joemir Machado da Silva), Porto alegre: Sulina, 2002, 312 p.

2. Erdmann, Alacoque Lorenzini. Sistema de cuidados de enfermería, Pelotas: Universitária/UFPEL, 1996, 138 p. (Serie de Tésis de Enfermería/PEN/UFSC, 01).

3. Bettinelli, Luiz Antonio. La solidaridad en el cuidado: dimensión y sentido de la vida, Florianópolis: UFSC/PEN, 2002, 204 p. (Tésis em Enfemería, 41).